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tu me cambiaste lavida //por Nichya

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Mensaje por Admin Dom Nov 08, 2015 7:50 am


este es una fic de Nichya espero les guste


TÚ ME CAMBIASTE LA VIDA


“Cada día que pasa es una repetición del día anterior, todo es monótono en mi vida, ya estoy cansada de lo mismo, llegar a mi departamento cansada de tanto trabajo y acostarme para levantarme al otro día y repetir lo mismo, ya aquellos días donde me reunía con mis amigos para divertirme se han ido, todo ha quedado atrás, no recuerdo cuándo fue la última vez que salí a divertirme, vivo una vida en la que cada día es un hastío para mi…”, cansada de pensar en todo lo que realmente era su vida antes de mudarse de Moscú, y hacer una vida nueva debido a su trabajo, el sueño la venció.
En la mañana siguiente, despertó como todos los días para dirigirse al trabajo, ingresó al cuarto de baño para darse una ducha, se vistió; pasó por la mesa de la sala solo para tomar un bocado de su comida, se despidió de su gato y salió. En el transcurso del día solo miraba el reloj, para dejar así ese lugar tan aburrido en donde ya el amor que sentía por su profesión se había ido por ahí. Al fin llegó la hora de salida y Lena se despidió de su secretaria cordialmente.
Mientras iba de regreso a casa por aquellas calles, notó un conocido antro por el cual pasaba cada día sin haberse detenido alguna vez, en esta oportunidad permaneció observándolo por un momento, prometiéndose que esa misma noche iría a conocerlo, para de ese modo cambiar su tediosa rutina. Al llegar a casa, dejó sus cosas sobre la mesa de la sala principal, mirando el reloj comprobó que aún era temprano para arreglarse para salir, por lo que decidió hacer tiempo yendo de compras al súper mercado. En el camino, de improvisto se desató una fuerte lluvia, debió correr para resguardarse del agua, con la mejor suerte se encontraba a escasos pasos de su destino, pero sin notarlo, se tropezó con una muchacha que de igual modo, intentaba evadir aquellas enormes gotas de agua. “Oh, lo siento, no quise… es que…”, la otra muchacha solo se disculpaba de igual modo que ella, ninguna tuvo la culpa, simplemente venían distraídas, pero luego se sonrieron y continuaron su camino.
Mientras Lena hacía sus compras, notó que la misma chica con quien había tropezado torpemente minutos atrás, estaba indecisa frente a la góndola de alimentos para gatos, entonces la pelirroja le dijo:

-Te los recomiendo, son bastante buenos… -sonriéndole
-¿En serio? Es que no estoy segura, mi gato es muy mañoso…- le respondió aquella otra muchacha sonriéndole amistosamente
-Oh, disculpa, ya nos hemos encontrado dos veces, mi nombre es Lena…- “es realmente bella” pensó estirando su mano en gesto de saludo
-Mucho gusto Lena, yo soy Yulia, Yulia Volkova…- respondió estrechando aquella delicada y pálida mano.

Ambas permanecieron observándose por unos minutos sin notarlo, Lena miró entonces el alimento para el animal que iba a comprar, se la enseñó a Yulia recomendándola, se encontraban a solas en aquel sector del mercado, continuaron su plática mientras hacían sus respectivas compras y al llegar a caja pegaron por ellas.

-Mucho gusto por la compañía Yulia…- dijo acercándose a ella para despedirse
-El gusto fue mío, además estaba sola…- correspondió la joven muchacha

Se despidieron y cada una continuó su camino, al llegar a su apartamento, Lena dejó a un lado las bolsas y se tiró en el sofá por unos minutos, le atravesó entonces los sentidos aquel rostro que hacía unos minutos se encontraba frente a sus ojos, e inconscientemente se sorprendió diciendo en voz alta “Yulia”. Se puso de pie y observó una vez más el reloj, notando que ya era hora buena para prepararse para salir de aventuras en aquel antro. El ritual comenzó, se arregló lo mejor que pudo, su estilo no era liberal pero cualquier prenda le caía magnífica en su cuerpo tan perfectamente delineado, habiendo terminado el largo trámite del vestuario, recordó antes de marcharse darle la comida al gato y verse por última vez frente al espejo, lentamente caminó hacia la puerta de salida.
Estacionó su carro frente al antro, al ver el estilo de aquella disco se sorprendió, quizás fue su ambientación árabe lo que cautivo su mirada, dejándola más emocionada aún de lo que ya estaba; se sentó en la barra ordenando una vuelta de vodka, de más está decir que ésta era su bebida preferida; sin notarlo un muchacho se acercó a ella en invitación de baile, la cual no dudó en aceptar. Permanecieron en la pista hasta que la música se apagó, pero de repente las luces también lo hicieron, Lena se quedó confundida mientras aquel joven la reconfortaba, suavemente diciéndole que no se asustara, que en minutos más comenzaría el espectáculo que noche tras noche se representaba. Las luces volvieron a encenderse mientras que al mismo tiempo sonaba una canción de origen árabe, y una joven muchacha salía a escena cubierta de velos y joyas iluminando todo el escenario, bailando de un modo bastante sensual, de cabellos cortos y el rostro cubierto por un velo. Su vientre se encontraba al desnudo, balanceándose de lado a lado ágilmente, los aplausos resonaron entonces, al parecer aquella joven era la estrella de la noche… “¿Dónde he visto ese rostro?”, dijo la pelirroja en vos media, se veía algo pensativa observando aquella bella mujer que recordaba de algún encuentro anterior, pero ese velo sobre sus facciones le impedía reconocer del todo a la dueña de esa sensual danza.
El joven a su lado le señaló que aquella joven sobre el escenario, era una de las atracciones más importantes del lugar, por su modo tan peculiar de ladear su vientre, Lena tomó asiento nuevamente en la barra, pero sin la compañía de aquel chico que le había invitado un par de piezas de baile, el espectáculo continuó, Lena no dejaba de aguzar sus sentidos en aquella magnífica interpretación, no podía reconocer el rostro de la joven, pero después de algún rato cuando llegó a su fin la presentación, ese rostro se descubrió: “sabía que la había visto antes, es la chica del súper mercado…”, dijo a media voz y parándose de su asiento. Algún tiempo después la chica del baile sensual apareció vestida acorde la ocasión, en la barra pidió una copa de vodka; Lena se encontraba a su lado, hacía unos minutos que la había notado pero guardó silencio.

-Fransis, me sirves una copa de vodka por favor- Dijo Yulia en voz alta a su amigo.
* Luego giró la mirada notando la presencia de Lena
-¿Disculpa, te conozco?- Inquirió dirigiéndose a la pelirroja
-Soy la chica del súper esta tarde-

Como si éste fuera un acto cotidiano, ambas se miraron profundamente sonriéndose, fue entonces cuando Yulia se sentó junto a Lena a platicar, puesto que ambas estaban con pareja aquella noche, de repente sin que pudieran evitarlo, se desató una pelea en el centro de la pista de baile, algo bastante común que a la morena no le sorprendió pero que a simple vista pareció perturbarle a la pelirroja: “Ven, vamos a fuera, esto ya se puso rojo…”, dijo tomando de la mano a Lena para abandona el antro. Estando una vez en la acera, la pequeña morena tomó un cigarrillo de su cajetilla, pero al observar que no tenía fuego para encenderlo, Lena estiró su mano para facilitarle la tarea con su encendedor. Yulia la miró por unos segundo fijamente a los ojos diciéndole “tienes unos ojos muy lindos…”, provocando con esto que la pelirroja adoptara un ligero tono carmesí en sus mejillas “pero no más que los tuyos…”, respondió inmediatamente al cumplido sin apartar su mirada de aquel azul intenso frene a ella, la morena no pudo más que sonreír. Al tiempo, entre las pláticas Yulia comentó que aún era temprano, invitándola a ir a un lugar más acogedor donde pudieran continuar conociéndose, la pelirroja sugirió su hogar, pues éste a penas se encontraba a escasa calles de distancia de aquel antro, y sin lugar a dudas Yulia aceptó de inmediato.
Al ingresar al apartamento de Lena, el gato las recibió amistoso, tocando de esta manera uno de los puntos más tiernos de Yulia, amaba con locura estos animales, tomó asiento en un sillón de la sala con el pequeño animalito sobre su regazo mientras le acariciaba la cabeza suavemente.

-¿Te gustan mucho los gatos, verdad?
-No sabes nada jajaja-
* Elena se sentó a su lado acariciando la cola del gato y observando a su nueva amiga tiernamente
-Bailas muy bien Yulia ¿cómo aprendiste a moverte así?

Yulia apio el gato de sus piernas, extendió su mano para ayudar a Lena a ponerse de pie levantándole la blusa para dejar al desnudo su vientre, tomando por sorpresa a la pelirroja; Yulia había decidido enseñarle como hacía para mover su abdomen de modo tan sensual y ágil, entonces comenzó poniéndole un ejemplo simple, pero Lena solo se limitaba a reír, era algo difícil agitar las caderas de esa manera. Yulia optó por una segunda opción, la tomó de la cintura, la miró fijamente a los ojos y le dijo: “Mira, es muy sencillo, solo tienes que sumir un poco la barriga y moverla suavemente así…”, la pelirroja intentó seguir la lección de su maestra y sin saberlo, aquella desconocida de bellos ojos azules comenzaba a ponerla algo nerviosa. Yulia disidió darle entonces una función privada, encendió el radio con música árabe, tomó un pañuelo de seda de la mesa para cubrir su rostro simulando un velo, levantó su blusa algunos centímetros para dejar al descubierto aquella dorada piel de su vientre y así dio inicio al sensual baile como solo ella podía hacerlo. Lena estaba embelesada observando la agilidad y la feminidad con que las caderas de aquella joven frente a ella se balanceaban de un lado a otro, Yulia se arrimó algo más hacia ella, tomó el velo y cuidadosamente lo colocó sobre el rostro de la bella pelirroja, la puso de pie y velo mediante, tomó a Lena por la cintura sonrojándola, cuando ya solo un par de centímetros las separaban de sus besos, alguien tocó la puerta de ingreso disipando la magia que increíblemente habían creado sin ser concientes de ello.

-Iré a abrir- Comunicó Lena mirándola a los ojos
* Al otro lado de la puerta una vecina
-Lena, éstas no son horas para escuchar música tan alta…
* La pelirroja solo colocó su mano sobre su cabeza en señal de agobio, Yulia lo observó entonces se acercó a socorrerla
-Lo siento señora, yo fui quien puso la música, estábamos probando algo, pero descuide que ya terminamos…- dijo con toda seguridad la morena mientras aquella molesta vecina se marchaba.
-Gracias Yulia, ya me estaba agobiando demasiado…- dijo la pelirroja cayendo sobre el sillón.
* Yulia observó el reloj
-Oh Lena, mira la hora, se me ha hecho algo tarde…- dijo tomando sus cosas y saludando a Lena con una beso en la mejilla y un abrazo
-¡Espera Yulia! ¿Dónde puedo volver a verte? No sé, quizás para tomar un café o algo…
* Yulia regresó unos cuantos pasos desde el pasillo
-En el mismo lugar en que nos encontramos esta noche, siempre estaré allí, ahí es donde trabajo, cuando lo deseas te llegas y allí me encontrarás… -terminó sonriéndole levemente a Lena antes de marcharse.

Al cerrar, Lena solo se dejó caer tras la puerta cerrando suavemente sus ojos, suspiró profundamente, sin darse cuenta aquella muchacha había comenzado a llenarle de extrañas sensaciones el corazón, sin duda era especial. Al siguiente día, Lena dejaba entrever un semblante completamente diferente al que en días anteriores mostraba, los rumores y los comentarios a sus espaldas por parte de sus compañeros comenzaron a generar un murmullo algo molesta, pero era comprensible, a nadie le había pasado desapercibida esa enorme sonrisa instalada en el rostro de la pelirroja; pero ella marcó sus limites sin dar explicaciones de su vida privada. Abandonó su oficina un par de horas antes de lo normal acompañada por una amiga, habían quedado en ir al centro comercial de compras; al ingresar en la segunda tienda Lena se dirige a la segunda planta cuando alcanza a distinguir la silueta de Yulia entrando a un vestidor: “Dios es demasiada casualidad ¿será el destino?”, pensó dibujando una leve sonrisa. No podía quedarse así como así, dio inicio a su plan conquista de una vez por todas, se acercó al vestidor donde se encontraba Yulia y dijo:

-Disculpe señorita ¿está ocupado este vestidor? –dijo del otro lado de la cortina
* Yulia reconoció su voz, se echó a reír y la dejó entrar mientras ella se vestía
-¿Te gusta salir de compras como a mi Lena?
* La pelirroja solo la observaba quitarse los pantalones y dejó salir un simple
-Si
* Yulia sonrió. Lena se quitaba la blusa para medirse una nueva, la morena no pudo hacer más que observar tan magnífica criatura embelesada.
-¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo malo?
-Estás loca, si tienes un cuerpo perfecto…

En un movimiento rápido pero no estudiado, Lena rodeó con sus brazos la cintura de Yulia sorpresivamente sin que ésta lo esperara de algún modo, por lo que no le quedó más opción que colgar sus brazos sobre los hombros de la pelirroja acariciando sus sedosos brillos y seguirle la corriente, que por supuesto terminaría en el lazo de un profundo beso del cual ni una ni otra deseaba desprenderse; ambas perdieron noción del lugar donde se encontraban, solo se dejaron llevar por la magia y elocuencia del momento que afortunada o desafortunadamente, se vio interrumpido por la voz de una muchacha: “¿Chicas, no piensan salir de allí?”, Yulia respondió que en minutos más abandonarían el recinto, miraba fija y tiernamente a la bella pelirroja que con una sonrisa le correspondía aquel inexplicable y silencioso sentimiento, deseando repetir nuevamente lo pasado pero definitivamente no era ni el lugar ni el momento apropiado, pues ambas eran concientes de que si se entregaban nuevamente a sus deseos, quizás nadie podría detenerlas: “Yulia, mejor salgamos, la chica se va a enojar…”, dijo la pelirroja con la vos algo quebrada, abrieron la puerta y salieron. Ninguna dijo una palabra, solo algunas sonrisas nerviosas y tímidas miradas se dedicaron, fue entonces cuando reapareció la amiga de Lena.

-Lena te he estado buscando en toda la tienda ¿Dónde te habías metido?- Reclamó algo molesta
* Lena decidió entonces calmarla presentándole a la bella morena
-Oh, disculpa mi comportamiento, no la había notado, soy Amanda Kristen, la mejor amiga de Lena…- dijo dándole la mano a Yulia en señal de saludo.
* Yulia correspondió el gesto
-Lena, se nos hace tarde, ya casi empieza la película…- recordó tomándola de la mano.

Bien, Lena no deseaba ver ninguna película en ese momento, le importaba un bledo aquella cinta de algo como matriz o revoluciones, estrenándose por primera vez en los Estados Unidos, claro, es que nada podía compararse con aquella muchacha de profundos ojos color cielo, esa sí era una buena función para deleitar sus ojos, solo deseaba quedarse con Yulia pero tristemente no sería ese el momento tampoco, pues le había prometido a su amiga acompañarla en el cine y Lena ciertamente, era una mujer de palabra. Resignada se despidió de Yulia “te veré en la noche…”, le murmuró al oído cuando la morena se acercó a besar sus mejillas, “claro, allí estaré…”. Ambas se miraron en complicidad por lo hecho en los vestidores de damas, en el momento en que Yulia perdió de vista a la bella pelirroja, permaneció pensativa por algunos momentos hasta que una joven interrumpió su fantasía, desconcertándola de ese modo de aquel pensamiento que a todas voces gritaba Lena.
En el cine, Lena observaba la inmensa pantalla sin siquiera prestarle atención, no era algo que la hiciera sentir emocionada como lo había hecho aquel beso robado hacía unos minutos, solo sonreía de tanto en tanto tímidamente, su amiga lo notó.

-¿Qué te tiene tan pensativa Lena?
-Nada, solo recordé algo que me comentaron esta mañana
-Lena, tengo mucho de conocerte y sé cuando sonríes porque estás enamorada, nunca podría olvidar esa cara de boba que pones cuando lo estás…-

No tenía opción, su amiga decía la verdad, debió contarle la historia completa a su amiga, sabía que tarde o temprano se enteraría de aquella aventura, puesto que ciertamente los estados de ánimos de la pelirroja no le pasaban inadvertidos, y ya estaba enterada de las inclinaciones sexuales de Lena, así que tomó aquel relato como algo normal sin escandalizarse. Al abandonar la sala, Lena se encaminó directo a su departamento, decidida a tomar un baño de tina; una vez que estuvo bajo el agua, suspiró “Yulia Volkova… ¿qué me has hecho?”, dijo hablando consigo misma en voz alta, sin dejar de recordar aquel beso que casi la deja sin respiración; pero no fue solo la pelirroja quien conservó en sus labios el sabor de su par.
“Lena… ¿qué me has hecho?”, repetía continuamente Yulia con una dulce sonrisa en sus labios mientras ensayaba el espectáculo de la noche, ya le habían llamado la atención un par de veces por falta de concentración, Yulia tomó un descanso entonces, era evidente que aquella pelirroja no le permitía concentrarse en sus coreografías, con un absurdo pretexto de un molesto dolor de cabeza se sentó a un lado.

-Yulia ¿qué te sucede? Siempre estás muy concentrada y hoy no puedes ni hacer dos pasos juntos… -le reclamó su coreógrafo
-Descuida, es solo un dolor de cabeza, ya se me quitará en unos momentos y lo haré bien

Efectivamente así fue, luego de un breve descanso Yulia logró concentrarse y terminó las prácticas para dirigirse a su departamento. Ya en su cuarto, mientras se quitaba la ropa del ensayo recordó nuevamente aquel beso que Lena había arrebatado de sus labios, inconscientemente posó su mano sobre sus labios para intentar retener el sabor de la pelirroja unos momentos más, despertó de su estado hipnótico dejándose caer pesadamente sobre su cama y suspirando un “Lena” tiernamente. Llegada la noche, Yulia se encontraba lista para ir al antro a trabajar, cuando de repente, en la puerta de ingreso se topa con un rostro familiar, cómo olvidar aquella persona que le hizo sufrir en carne propia el sabor amargo del amor, aquel hombre que le hizo conocer lo más miserable y desgraciado de un sentimiento tan magnífico, no quería saber de aquel hombre que había hecho pedazos su corazón, solo lo quería lejos de ella: “No puede ser que esté aquí…”, dijo maldiciendo con una mano sobre su cabeza. Resignada a que debía continuar con su camino, pero sabiendo que aunque intentara duramente ser indiferente no podría evitarlo de ningún modo, pues él no la dejaría en paz; ingresó al antro.
Algunos minutos faltaban para su función, mientras se dirigía hacia los vestidores reconoció el amistoso rostro de Lena, inundándole de felicidad el corazón y de tristeza los pensamientos: “no, no ahora que estoy tan bien con Lena, pensará que tengo algo con este estúpido”, pensó. Al bajar del escenario sintió una mano sobre su hombro.

-Hola amor, estás más bella que nunca…
* Sucedió lo que tanto temía la morena, él estaba frente a ella y no podría evitarlo
-¿Qué haces aquí? Te dije que no quería volver a verte… -dijo dando inicio a una pequeña riña que Lena notó.
* La pelirroja se acercó a ella rodeándola por detrás con sus manos sobre su vientre y dándole un tierno beso en los labios, haciendo que aquel hombre se sorprendiera
-Veo que estás muy bien acompañada Yulia y que ya me olvidaste… -le dijo de modo irónico retirándose del lugar
* Lena había alcanzado su cometido, estaba perturbando a su amada, si Yulia lo hubiera sabido seguro lo hubiera hecho antes.
-Gracias Lena, no sabes lo que me has quitado de encima, me tenía cansada…- dijo tomándola por la cintura
-No es nada, es solo que vi que te estaba molestando, le pregunté a una amiga tuya que en un breve relato me comentó que no era una persona grata para ti, y esa era la mejor forma de alejarlo jejeje –comentó acariciando su mejilla.
* Yulia entonces le susurró
-Me gustaría alargar esto un poco más…

Y en tan solo 15 minutos, ambas se encontraban amándose en el departamento de Yulia, habían decidido no aplazar más aquello que ya era inevitable, y ahí estaban, atropellándose por desvestirse desesperadamente, sin nadie que las interrumpiera esta vez, la intensa pasión terminó por devorarles los sentidos, se amaban con fervor, Yulia se deshacía rápidamente de la blusa que cubría el pecho de la pelirroja, quien le quitaba la camiseta despojándola de toda atadura, acariciando de este modo todo su cuerpo. Estaban desnudas, sin estorbos bajo las sábanas, besándose una y otra vez, sus gemidos se escucharon dulcemente en todo el cuarto, hasta que luego de alcanzar el punto máximo, Yulia cayó rendida sobre el pecho de Lena.
En la mañana siguiente, Lena decidió faltar al trabajo y quedarse junto a la persona que para ella, era lo más importante de su vida “¿Cómo amaneciste?”, preguntó Yulia con una enorme sonrisa en su rostro, transmitiéndole todo el amor que encerraba su corazón, “mejor que nunca…”, fue la sincera respuesta de Lena acercándose para besarla despacio, ni una ni otra deseaban saber del mundo, solo deseaban amarse profundamente como nunca nadie las había amado, y como nunca habían amado a alguien; estaban enamoradas, era evidente, y la relación iba muy en serio.
Los meses pasaron, para ellas los mejores de su vida, la busca de sus almas había al fin terminado, su alma gemela estaba justo al otro lado de la almohada. Convivían en un mundo alterno del cual solo su ellas formaban parte, incluso hasta habían dejado de temer a los murmullos de la gente cuando en un arrebato por la calle se besaban intensamente. “Lena te amo, y no quiero separarme de ti…”, le decía Yulia a su pelirroja después de haber tenido otra noche de ofuscada pasión, otra noche para meterse bajo la piel de su contraria o camuflarse entre los aromas de sus besos húmedos; “iré a tomar un baño…”, le informó Lena sonriente, “¿quieres que te acompañe?”, se ofreció entonces amablemente aquella morena a la cual simplemente no podía negarle nada, “Ay, que niña tan buena eres… vamos…”, le respondió dándole la mano para internarse bajo aquella lluvia de sentimientos casi irresistible. Todo era felicidad para ellas, la vida les pintaba el mundo color de rosa, o a veces rojo intenso como se suele representar a la pasión incontenible. Pero como nada es fácil en esta vida, Lena esa misma mañana recibió una llamada telefónica que le perturbó las ideas; su jefe desde Moscú le dejaba un recado que para la bella pelirroja sería más un castigo que una increíble oportunidad laboral para su carrera; debía emprender un viaje de regreso a su tierra natal por casi dos años en cuestión de resolver algunos asuntos con un cliente muy prestigioso de aquella zona de Siberia; al escuchar el mensaje intentó calmar sus alborotados pensamientos y disimular su actual estado de ánimo para que su novia no lo notara:

-¿Quién era amor?- Preguntó la morena saliendo del baño con una toalla secando su cabello
-Era mi madre saludándome…- mintió, no quiso comentar nada hasta no hablar con su jefe, debía convencerlo de sus capacidades y que accediera a que ella resolviera los imprevistos desde Nueva York.

Lena no podía ocultar su preocupación, se hizo más notoria en el transcurso del día, se notaba pensativa sumida en sus propias cuestiones, Yulia comenzó a sentirse algo nerviosa por el extraño comportamiento de su compañera. “¿Qué sucede amor? No has comido nada…”, inquirió algo preocupada apartando un rizo del rostro de la pelirroja ”Disculpa Yul, tengo que salir, en seguida regreso…”, informó de modo intranquilo abandonando la mesa de aquel restaurante, dejando a Yulia en una completa confusión que no lograba aclarar. Lena sentía la presión de la incertidumbre, no podía sucederle eso ahora que había encontrado a la persona que le llenaba el corazón de manera asombrosa, no ahora que su alma gemela le tomaba de la mano para conducirla por el sendero de una felicidad que nunca había experimentado, no, no podía dejar por dos años a la persona que más amaba en el mundo. Reconocía que aquella helada y lejana tierra se encontraban sus más grandes afectos, pero Yulia, Yulia estaba por encima de las amistades, la familia o incluso su prestigiosa carrera de psicología que tanto le había costado conseguir. De un momento a otro llegó a las oficinas de la compañía, entró como una bala al despacho de su jefe sin incluso consultar con su secretaria.

-Lena, te dije que quería verte pero no era tan urgente…- expresó el hombre tras el escritorio con una sonrisa enorme en sus labios
* Lena lo miró como si quisiera matarlo, por su culpa ella ahora no podía encontrar la tranquilidad en su mente y en su alma.
-Lo sé señor, pero tenía que verle, dígame si en verdad es tan necesario que viaje a Moscú en estos momentos, bien sabe usted que puedo encargarme de los asuntos del cliente sin necesidad de sobrevolar el océano…

La respuesta que Lena esperaba no fue exactamente lo que le escuchó decir a su jefe, su viaje era inevitable, así como no había podido evadir aquella vez su viaje a América dos años atrás, había dejado sus amigos, su familia, claramente su trabajo estaba empeñado de separarla de las personas que más amaba una y otra vez, resignada decidió abandonar el recinto sabiendo que no podría hacer cambiar de opinión a su jefe, se fue del edificio vagando por las calles, ideando una manera de informarle a su novia de modo que esto no dañara su corazón, y fue en ese momento cuando tomó la decisión más importante de su vida, dejaría aquel trabajo para permanecer junto a la que desde un primer momento era dueña de su alma y de su corazón, esa muchacha de ojos azules que le había cambiado la vida hacía algún tiempo de manera tan impensada, que le había devuelto las ganas de vivir, apartando la monotonía de sus días, aquella que le había enseñado el verdadero significado de la palabra amor, y ahora que le conocía, no permitiría que la apartaran de Yulia. Sin notarlo se encontró frente a la puerta del departamento de su morena de ojos color del cielo, era el momento de hablar.

-¿Lena, amor? ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste de esa manera?- Preguntó Yulia abrazándola fuertemente, estaba preocupada por su actitud.
* Lena dejó entonces salir lo primero que le vino en mente
-Nada amor, solo sé que te amo y quiero que sepas que nunca te dejaré…- respondió besándola fuertemente
-Lena, algo sucedes, actúas demasiado extraña…- dijo aún más preocupada
-Es que recordé que tenía que dejar algo en casa para Amanda, ella lo pasaría a buscar y si no lo encontraba se cabrearía…- mintió otra vez, pero la respuesta no convenció a la morena.
* Ambas se sentaron en el sofá, Lena dejó caer su cabeza sobre el hombro de Yulia, no quería separarse ni un instante de ella, Yulia fue en busca de algo para comer.
-No, espera ¿A dónde vas?- Dijo la pelirroja sujetando su mano
-Descuida, solo iré a la cocina por algo de comer…- respondió sonriendo, era notorio que su novia estaba preocupada por algo.

A la pelirroja le preocupaba algo y Yulia lo notaba, moría por conocer los motivos de esa angustia constante en la que su novia se veía sumida, el día transcurrió con normalidad, ambas estaban juntas disfrutando de su amor, Lena acompañó a Yulia a su trabajo y nunca dejaba de ver aquel grandioso espectáculo, que había mejorado de sobremanera desde que se conocieron, ya que cada noche era para ella un regalo de su parte, sabía que la pelirroja adoraba verla bailar. Al llegar al apartamento de Lena, pasaron la noche juntas amándose como cada día con la puesta del sol, y en la mañana siguiente, mientras Lena tomaba un baño el teléfono sonó.

-Si, buenas…- Contestó al llamado la morena
* Al otro lado de la línea la voz de quien parecía haber confundido a Yulia con la pelirroja, su jefe
-Lena, solo te llamo para recordarte el viaje de mañana, es a las 10 AM, no faltes porque de ello depende tu carrera…-
* Esto dejó a Yulia en completa confusión, su novia se iba dejándola sola, no podía creerlo de ningún modo
-No soy Lena, soy Yulia, una amiga, ella está en el baño en este momento…
-Disculpe, pensé que era Lena, ¿podría por favor avisarle que el viaje de mañana es muy importante, que no falte?

Yulia no le prestó atención a esto último, solo dejó salir un suave “si…”, de respuesta, colgando el auricular del teléfono inmediatamente sin pronunciar palabra alguna, Lena salía del baño cubriéndose con una toalla en ese momento.

-¿Quién era amor?- Inquirió sentándose junto a Yulia en el sofá
-Era para ti, tu jefe quiso recordarte que no faltes al viaje de mañana.
* Al escuchar esto, la pelirroja supo entonces que Yulia estaba enterada de todo
-Yul, no iré a ese viaje, ya lo decidí…
* La afirmación sorprendió a la morena, sabía que eso significaría que dejaría su trabajo, así que reaccionó dejando de lado su egoísmo.
-Espera Lena, sé que esto es muy importante para tu carrera…- dijo poniéndose de pie y mirándola fijamente a los ojos
-Yulia te amo y no quiero alejarme ni un momento de ti…- respondió abrazándola fuertemente como si se le fuera de las manos
-Yo también te amo princesa, y quiero lo mejor para ti, por eso quiero que hagas ese viaje…
* Hubo un inmediato silencio en el cuarto luego de aquello dicho por la pelinegra, ambas se miraron fijamente
-¿Qué dices Yulia, pero…?-
* Yulia la interrumpió tomándola por la cintura y le dijo
-Sé lo que estoy diciendo, y nunca había estado tan segura en toda mi vida, te amo, pero no quiero que dejes de lado tu carrera por mi culpa…- terminó sintiendo que una lágrima rodaba por sus mejillas.

Yulia sabía que lo que acababa de decir le partía el alma, pero era conciente de que debía dejarla ir aún cuando su corazón le pedía todo lo contrario, pero evidentemente era preferible verla partir a quebrar su futuro en mil pedazos. Lena solo se dejó caer en los brazos de su pequeña niña de ojos azules, llorando sin consuelo al comprender que las palabras de su novia eran muy ciertas, no podía rechazar ese viaje, pues este le abriría muchas puertas pero también temía dejar a Yulia, y sobretodo por saber que ella era el verdadero gran amor de toda su vida. “Te amo Yul…”, susurró en sus oídos abrazándola fuertemente, sintiendo en cada parte de su cuerpo todo el calor que aquella joven le correspondía con su piel. “Lo sé Lena, y sabes que yo también te amo, pero esto no significa el fin de nuestro amor, nos mantendremos en contacto, aunque sean dos años verás que se pasarán rápido…”, la pelirroja no pudo detener su llanto, pero le obsequió una dulce sonrisa y secó a la vez una lágrima que había sido derramada a causa del dolor por aquella pequeña mujer entre sus brazos. “jajaja si, es cierto, pero es que se me hace tan difícil dejar todo lo que amo, ya me he acostumbrada a estar contigo cada mañana, será una eternidad despertar y no verte junto a mi…”, dijo retomando su llanto una vez más. Intentando darle consuelo a su apenado espíritu, Yulia le susurró palabras de amor en sus oídos, convenciéndola de que este no sería el fin de su amor.
Aquella noche se amaron como si fuera la última oportunidad que tuviera para dejar plasmado en cada caricia el amor encerrado de sus almas, aquellas horas bajo las sábanas serían inolvidables, con cada caricia, beso o mirada, entregaron poco a poco sus corazones sin temores, pasaría algún tiempo hasta que sus labios pudieran volver a unirse, hasta que sus manos pudieran recorrer los rincones de sus cuerpos, hasta que sus miradas pudieran decirlo todo sin hablar… “quiero que me esperes Yulia…”, le decía Lena mientras la abrazaba y besaba como si en aquel gesto quisiera depositar su corazón y su alma. “Claro que te esperaré, toda la vida si fuera necesario, no podría vivir sin ti mi amor…”, respondió tiernamente la pelinegra adueñándose una vez más de aquel ángel entre sus brazos.

Lena y Yulia estaban de pie en aquel aeropuerto tan indiferente con sus corazones desbocados, esperaban por aquel llamado que separara sus manos por algún largo tiempo, se observaron olvidando el mundo que tras ellas aguardaba expectante, quisieron convertir aquellos minutos en largas horas, intentando evitar lo que ya era inminente. “Pasajeros del vuelo 256 con destino a Moscú, abordar por la puerta 15…”, se escuchó por el alto parlante. Yulia se acercó para besarla despacio sin poder evitar esas lágrimas que ya recorrían su perfecto rostro. “Cómo es que haces para que me arrepienta Yul…”, dijo Lena riendo, “no, solo fue una basurilla en mi ojo…”, respondió melancólica sin dejar de sonreír, la pelirroja sabía que mentía y la abrazó, “te amo pequeña, nos mantendremos en contacto…”, dijo acariciando una de sus mejillas, “cuídate princesa, y recuerda que siempre esperaré por ti…”. Lena se fue alejando hasta que desapareció entre el gentío, Yulia aguardó la partida del avión para luego retirarse de aquel lugar que le había quitado a su pelirroja por un largo tiempo.
Los días que sucedieron aquella mañana, fueron los más dolorosos que les tocó vivir, cada llamada era una tortura para sus corazones, concientes de la enorme distancia que las separaba y que nada podrían hacer para acortar aquel trozo de mundo que se interponía entre su amor, Lena esperaba cada noche y cada momento del día esa llamada que le devolvía las fuerzas para soportar aquella muerte en vida, mientras que Yulia no dejaba de observar las manecillas de su reloj esperando escuchar la voz dulce y calma pero claramente angustiada, de su princesa de rizos colorados. Eran amantes, pero ante todo amigas, no temían confesarse sus mayores preocupaciones o temores… los meses volaron del calendario, y no faltaba ya demasiado para su reencuentro.
Un año después de aquella última mañana en que se despidieron, una amiga de Yulia interrumpió en su apartamento tomándola por sorpresa mientras la morena tomaba un baño, la joven entró a su cuarto sabiendo que de su soledad, Lena no sería ahora un obstáculo para conseguir su amor, ya hacía tiempo en que el había confesado sus sentimientos a la pelinegra, pero siempre obteniendo la misma respuesta, Yulia le explicaba calmadamente que su corazón ya había sido entregado, y que esperaría por su dueña hasta el final de sus días. La joven muchacha no lograba comprender la resistencia de Yulia, siempre había tenido respuestas afirmativas en todas sus conquistas, pero la pelinegra había sido quien le diera su primera negativa y esto le hería profundamente en su tonto orgullo, convirtiendo su molestia en un acoso diario del cual Yulia prácticamente no tenía escapatoria. Stacie era una joven algo más alta que la pelinegra, con no menos de 18 años y un cabello rizo similar al de Lena pero de color dorado, y ojos color mil pero aún con toda esa belleza exterior, Yulia se resistía en cada oportunidad que la joven se le insinuaba, pues su amor por la pelirroja era más fuerte que cualquier tentación.
Stacie vestía ropa insinuadora, segura de que Yulia no se negaría esta vez a su encanto, la morena salió del cuarto de baño sorprendiéndose en extremo al encontrarse con la joven tendida sobre su cama.

-¿Stacie, qué demonios haces aquí? ¿Cómo entraste?
-Eso no es importante Yulia, solo vine a demostrarte cuán importante eres para mi…- dijo acercándose para besarla
* Yulia se alejó bruscamente, obligando a su acosadora a liberarla, la toalla se deslizó por su piel dejándola al descubierto en sus totalidad
-Mira lo que hiciste Stacie, dame la toalla…- reclamó la pelinegra enfurecida.

Stacie comenzó a reír, acercándose cautelosamente hasta lograr acariciar la piel de su víctima, Yulia intentó negarse pero aquella joven le ganaba en fuerza.

En otra parte de Nueva Cork, Lena llegaba de improvisto tras conseguir aminorar su sentencia a estar alejada de su novia, su jefe al fin había recapacitado que aquel viaje había sido inútil, pues no le llevó demasiado tiempo a la pelirroja resolver los problemas de aquel cliente. Estaba emocionada, se dirigía ansiosa al departamento de la morena con todas las buenas intenciones de sorprenderla con su inesperada llegada, la pelirroja estaba ya en el ascensor mientras en la habitación, Stacie se encontraba sobre Yulia en la cama besándola forzosamente, y la pelinegra intentando tontamente quitarse de allí, la puerta de ingresó se abrió, las miradas chocaron con cuánto se encontraba en la habitación, fue un silencio sepulcral lo que invadió el lugar, nadie se atrevió a pronunciar palabra alguna, solo podía escucharse el sonido del corazón de Lena partiéndose en mil pedazos, mientras las lágrimas brotaban por su rostro…

-Veo que me has esperado Yulia…- dijo al tiempo de salir corriendo de aquel infierno
-Lena, no es lo que piensas, Lena… ¡espera!- suplicó tomándola por un brazo y cubriendo su desnudez con una toalla –Lena por Dios, qué bella estás… déjame explicarte, Stacie entró sin que yo me diera cuenta, no es…-
* Fue interrumpida por una fuerte bofetada de la pelirroja
-Y tienes el coraje de mentirme, cada día que pasé fuera mis pensamientos fueron tuyos… tú revolcándote con ésta… y yo como una estúpida extrañándote… te odio Volkova…- terminó llorando sin consuelo para ese dolor que le atravesaba el pecho de lado a lado.
* La ira le arrebató la claridad, quiso golpear a Stacie pero recapacitó cuando llegó donde ella
-No mereces que me rebaje contigo, y tú Yulia, espero que seas feliz con ella…-
* La pelinegra lloraba intentando demostrar que todo era un mal entendido, pero sus lágrimas no fueron suficientes
-Lena, por favor créeme, yo solo te amo a ti, no te dejes llevar por lo que viste, te amo…- suplicó nuevamente llorando y dejándose caer en sus brazos.
* Lena pensó en olvidar todo por un momento, quiso corresponder aquel abrazo pero caso contrario, rechazó a Yulia alejándose
-No quiero que me toques después de haberte revolcado con ella, ni me digas más porque no quiero escuchar más mentiras…- dijo estrellando la puerta tras su espalda.
* Yulia se desplomó en el suelo al verla partir, nada podía hacer para cambiar su opinión
-Yulia, no te preocupes, me tienes a mi…- dijo Stacie poniendo una mano en su hombro
-Stacie ¡Lárgate! No quiero volver a verte nunca más, fuera, largo, es tu culpa que todo esto haya sucedido… ¡largo!- dijo furiosa, deseaba matarla realmente.
* La joven huyó como ladrón tras la puerta, salvándose del crimen que seguramente hubiera cometido Yulia si no lo hacía.

Aún habiendo pasado tres semanas de aquel terrible episodio, Yulia aún insistía en comunicarse con Lena, pero no había caso, la echaba de su apartamento o le cortaba el teléfono, Lena no deseaba verla, aquella herida estaba aún demasiado abierta, “Lena, amor, no hice nada, si quieres busco a Stacie para que ella te lo explique todo…”, rogaba la pelinegra antes de que le cortaran la llamada sin dejarle terminar su explicación. Yulia no lograba conciliar el sueño, sus ojeras no tardaron en llegar, se deshacía en lágrimas al recordar como su princesa de rizos colorados lloró al partir, sufría incansablemente por aquella estupidez que la llevó a perderla aún siendo inocente, no deseaba vivir lejos de aquella pelirroja que le robaba el aliento con una sonrisa, no cabía en su mente la idea de perderla, no podría soportarlo.
Una noche, Stacie fue al antro con intenciones de encontrarse con Yulia, pero se encontró con una morena desanimada y casi sin vida en su alma, temerosamente se acercó a ella para dirigirle unas palabras. “¿Sabes Yulia? Aunque no me creas te amo, y odio saber cuánto dolor te he causado, yo solo quería tenerte conmigo pero ahora compruebo que nunca podrá ser de ese modo… solo dime qué quieres que haga, estoy dispuesta a todo...”, Yulia estaba algo ebria, pero no le fue indiferente la presencia de la joven a su lado: “Ya no importa Stacie, ella nunca me perdonará, la he perdido para siempre y solo deseo morir…”, aquellas palabras tocaron el corazón de la joven, decidiendo de este modo que no podía permitir que juzgaran a la morena injustamente, aún sabiendo que de hacerlo, ya no tendría oportunidad alguna de liar con ella, la ayudaría a recuperar a la pelirroja como fuera.
Yulia decidió ponerle fin a su sufrimiento, su contrato en el antro había caducado, dándole a ella la posibilidad de abandonar Nueva York, de dejar todo atrás, no tenía sentido permanecer en aquel lugar si la única persona que le daba sentido a su vida ya no quería saber de ella, estaba decidido, regresaría a Moscú en busca del consuelo de su familia y amigos. Por otro lado, Lena recibía en su apartamento una visita realmente desagradable.

-Ya, un momento…- gritó Lena corriendo hacia la puerta
-Hola Lena…
-¿Qué haces aquí? Creo que es más que obvio que no quiero verte…
* Stacie ingresó al apartamento molestando a Lena mucho más
-Solo un motivo me trae a tocar tu puerta
* La pelirroja se sorprendió por el cinismo con aquella le hablaba, así que sacó a relucir todo su sarcasmo
-Oh… veo que ahora tendré que escucharte, habla… qué mentira vienes a decirme…- dijo bastante agitada, no soportaba aquella interrupción
-Lena, me duele decirlo no lo negaré… pero es cierto que lo que Yulia te dijo aquella tarde, fui yo quien tuvo la culpa, entré en su habitación sin que ella lo notara, y la forcé a la cama aunque ella intentara resistirse completamente… solo te ama a ti Lena, debes entender eso, todo ha sido culpa mía…
* Al escuchar esto, Lena no supo cómo reaccionar, ¿debía alegrarse o golpear a la mujer que le había robado su gran amor?
-¿Qué dices idiota? ¿Te mandó ella a convencerme?
-Como lo escuchas Lena, Yulia siempre te amó, hasta hoy lo hace, yo muchas veces la había ido a visitar a su trabajo para coquetearle, pero siempre me decía que su corazón te pertenecía y nada podía cambiarlo, siempre sentí envidia por ti, el modo en que ella te ama es increíble, cambiaste a Yulia de un momento a otro, ella nunca antes se le resistía a una muchacha de lindo rostro que se le insinuara, pero desde que te conoció dejó de hacerlo… creo que deberías de perdonarla… solo quería decirte eso, espero que me escuches y no la dejes ir…- dijo abandonando el apartamento.

Lena permaneció en el lugar por algún rato, con una enorme sonrisas en sus labios por la felicidad infinita que le producía saber que Yulia había cumplido en verdad con la promesa de esperar su regreso, salió en busca de su amada morena, llamó antes por teléfono pero nadie le había respondido, al llegar a su apartamento, abrió la puerta de ingreso con la copia de la llave que no se había atrevido a tirar, pero Yulia no estaba, y la ausencia de sus pertenencias preocuparon a la pelirroja. Lena abandonó el lugar en busca de alguien que pudiera darle información del paradero de su amada, se encontró en el pasillo con un vecino, el joven la conocía y sin que ella lo preguntara le respondió.

-Lena… Yulia se acaba de ir…
-¿A dónde fue? ¿Por qué? ¿Sabes donde está? ¡Dime!- Exigió alterada
-Se fue porque tú no la perdonabas…
-Si, pero ya sé toda la verdad y solo quiero estar con ella pero debes decirme donde está…- dijo tronando su voz fuertemente
-Ella está en…

Luego de haber escuchado la respuesta, se dirigió a toda velocidad al aeropuerto, al llegar la buscó por todos los rincones sin encontrarla, entonces fue cuando sus ojos se toparon con Yulia en una fila de abordaje, quiso correr hacia ella pero un guardia la detuvo:

-Disculpe señorita, pero si quiere entrar debe tener un boleto
* Lena corrió a comprar uno
-Quiero un boleto de reembolso –gritó agitada
-¿Con qué destino?- Dijo el muchacho calmadamente
-No sé, decídelo tu, no importa donde… -dijo sin perder de vista a su morena -OK Massachussets, quiero uno a Massachussets…- agregó desesperada
-¡Qué aburrido! ¿Por qué no mejor a Miami?
-OK a Miami… escúchame bien (tomándolo de la camisa) ¿ves a esa chica en la fila? Es el amor de mi vida, su avión ya está por partir así que si no me das cualquier boleto juro que te mataré…
-Aquí tiene señorita, disculpe…

Lena corrió donde Yulia que ya estaba entregando su boleto para ingresar al avión, al escuchar la voz de Lena volteó incrédula mirándola detenidamente. La pelirroja no dudó y se tiró a los brazos de la morena sujetándola en un apretado abrazo, demostrando así su perdón.

-Yulia, perdóname por no creerte pequeña, fui una completa estúpida, tú decías la verdad y mis celos no me permitieron verlo…- dijo tomándola del cuello casi llorando
-Lena, mi amor… no puedo creerlo…- dijo levantando a la pelirroja

Todos en el aeropuerto observaron perplejos la escena de amor, aquella reconciliación llevó consigo los aplausos, sorprendiendo a la feliz pareja de modo inesperado. “Te amo Lena…”, dijo Yulia besando apasionadamente a su princesa de rizos de cobre, “Yo también te amo pequeña…”, dijo retomando el lazo de aquel beso que parecía consumirles el alma. “Tendré que llamar a mi madre y decirle que otro día iré a visitarla ¿Cómo haces para que no quiera viajar Lena…?”, dijo riendo mientras la abrazaba y comenzaban a caminar de regreso a casa… “Te amo Volkova, tú me cambiaste la vida…”.
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